A una semana del fallecimiento de Néstor
La emotiva visión de Hugo Chávez, respecto al sepelio de Néstor Kirchner, caló hondo en muchos corazones militantes. La definición de haber sembrado al compañero en la Patagonia, parece tornarse de metáfora en realidad literal, o quién no se asombró el miércoles pasado en la Plaza salteña, 9 de julio, con la aparición y los discursos peronistas de varios funcionarios locales.
Esta primavera kirchnerista nos regala, casi luego de una semana, brotes de compromiso y jugadas expresiones que conmueven y maravillan.
Las apariciones milagrosas, de figuras destacadas por su ausencia durante la pelea de la 125, o auto invisibilizadas durante la batalla por la democratización de los medios de comunicación, están plagadas de esos mismos tibios, que hoy eligen Halloween para disfrazarse de militantes apasionados y repartir sus pancartas, con las más diversas manifestaciones de dolor y adhesión al proyecto nacional y popular, ese que comandaba un tuerto díscolo y que hoy dirige la yegua, por recordar dos términos tan utilizados por la oposición.
Uno de los stigmas históricos de los salteños es sin lugar a duda el de la traición. Mirar hacia la época de la gesta libertadora no lleva a recordar indefectiblemente a la entrega realizada por la oligarquía vallista. Pero así como nos sorprendemos al ver tanto kirchnerista súbito ese stigma corre el riesgo de pasar a segundo plano.
Las moderadas convocatorias realizadas y las marchas por la ley de medios o las manifestaciones por la memoria, verdad y justicia en Salta dieron reflejo real de la militancia.
Las actitudes no positivas del silencio produjeron desazón en las bases que vieron cómo los dirigentes especulaban sin jugarse por las políticas de inclusión llevadas adelante por el gobierno nacional.
Más allá de los pescadores que salieron desesperados a redear en el río de dolor y esperanza que movilizó la muerte de Néstor sería bueno que recuerden que fue Kirchner quién le dijo al pueblo que el protocolo tilingo es para el resto del mundo pero que en Latinoamérica nos abrazamos y nos conocemos. Y que la vehemencia frente a la hipocresía es sin lugar a duda una virtud.
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