Tradiciones y neotradiciones - Chalchalero Rolling Stone |
Lejos me encuentro de querer reivindicar al político detrás de
la idea de modificar el nombre de las calles. Nuestra provincia y de forma más
puntual nuestra ciudad vive un flujo interesante en su economía gracias al
turismo; y no podemos negar que las postales que buscan muchos de los que
llegan a Salta son los paisajes naturales y la arquitectura colonial. El cabildo
esta emplazado hace poco más de tres siglos, la catedral un poco más de siglo y
medio o acaso la basílica y convento San Francisco. Se imaginan cuales fueron
los dilemas cuando se iniciaba la modificación de la facha del edificio
franciscano allá por 1870 y se proyectaba una fastuosa obra para la orden
caracterizada por la austeridad, nada muy distinto a las repercusiones de las iniciativas
actuales.
Las modificaciones siempre causan fastidio, por ahí
infundado, sostenido solo por el período de adaptación que promete el cambio. Invitar
a salir del confort de lo establecido es en Salta una audacia que puede
reportar el galardón de enemigo público pero vale la pena.
A que punto la estirpe colonial formó parte de la salteñidad
que algunos no dudaron en entregar al patriota más destacado de aquella
sociedad del siglo XIX. En aquel entonces el cambio que se proponía era el de
la construcción de una identidad propia y no lo que se consideraba apropiado.
Lejos quedaron aquellos años de pugna entre los nacidos en
suelo americano y lo provenientes de Europa, más la herencia colonial quedó con
sus edificios e incluso muchas de sus costumbres y he aquí donde persiste los
desencuentros. Resultaría de una torpeza inusitada plantear el derrumbe de (por
ejemplo) el cabildo, por que a pesar que sus cimientos nos retrotraen a la época
de dominio español tan bien es el fruto de la mano de obra criolla, fue
residencia del gobierno del gral. Martín Miguel de Güemes, entre muchas otras
cosas; y además quien estaría dispuesto a derribar un monumento histórico
nacional.
También existieron los rumores de emplazamiento de un Mc Donald
donde se encontraba la confitería 4siglos, dentro de la estructura del cabildo;
aún que no compraría ni famélico comida alguna a la cadena yanqui debo
reconocer que resultaría pintorezo el contraste que dentro de un edificio de la
colonia española emplacen una institución del colonialismo imperial.
Lo que nos continúa movilizando en las nominaciones es
lograr una identidad que refleje, reconstruya y reivindique nuestra esencia
ancestral; y lograr discernir teniendo bien claro que “Un Chalchalero no es un
Rolling Stone”
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