Marcha sobre calle Caseros . gtlz @MatiasGiliberti QPS |
Sincerándome, con el conflicto salarial policiaco, estuve impávido;
sensación similar a la inmovilidad que genera el pánico. Con el fin de sosegar
esa impavidez decidí buscar información, harto de las redes sociales, los
portales y la televisión; obviamente, no tenía por dónde empezar.
A la salida del laburo, hoy me quede un par de horas más
como resguardando el lugar donde trabajo, emprendí rumbo al hogar. Mientras
caminaba vi a una señora que, como si fuera un sortilegio de protección,
agitaba frente a algunas vidrieras una barita de sahumerio; aunque estuve
tentado de cruzarme a preguntarle, decidí seguir.
Camino a casa suelo pasar frente a una par de plazas, en la
primera encontré a una persona vestida toda de azul que de inmediato
identifique como policía, sostenía con dificultad un cigarrillo mientras lo precipitaba
a su boca; nunca había visto a un agente en ese estado de nervios. Me acerque y
le dije: Buen día, disculpe el atrevimiento pero siento curiosidad, ¿Cuándo
cree usted que se solucione esta situación? ¿a corto, mediano o largo plazo?.
Con una mirada plenamente humana e ineludiblemente sincera
me contesto “no se”
-
¿Por qué no se adhirió al paro?
-
Por cobarde – dijo mientras se le inundaban los
ojos
Era como de mi edad, joven pensé yo,
y le pregunte el tiempo que llevaba dentro de la fuerza.
-
10 años.
Por supuesto ahí se me precipitaron las (casi) tres décadas que
porto. De inmediato quise saber si recordaba una situación similar a la que
vivimos y citó el conflicto del 2004; “Cuando Romero era gobernador”, acoto. “Aquella
vez nos acuartelamos, el sueldo era de $300 y logramos el aumento”
-
¿De básico?, pregunte
-
Nooo, de bolsillo; imagínate cuanto debe haber sido
el básico.
-
¿Cuánto es el básico ahora?
-
Yo cobro $500
No pude disimular el gesto de asombro ni el sentimiento de
impotencia.
Me contó que llega a los $4000 de bolsillo pero gracias a
los adicionales EN NEGRO, ítems como asignaciones familiares, uniforme ($100
mensuales), y cuando hacen de seguridad de un local, también llamados
adicionales, tarea por la cual cobra $140 por 4hs y $170 x 8hs; según
manifestó.
En lo que charlábamos se acercó otro agente que comentaba
otras cuestiones que degradan la labor policial. Como el hecho de tener carpeta
médica va en detrimento de la carrera, ya que es tomado en cuenta a la hora de
los asensos. Las horas de arresto por llegadas tarde, que implican trabajar
turnos dobles. Solo dos descansos mensuales; siempre y cuando no los afecten a
otras tareas que luego no son computadas en el salario al igual que las horas
extras.
Durante la charla vi a dos ciudadanos en la vulnerabilidad
de cualquier otro laburante explotado.
No estoy de acuerdo en que las fuerzas tengan sindicato, ya
que son las depositarias del uso de la fuerza pública; pero es, como mínimo,
una vergüenza que el salario básico de cualquier trabajador del estado no sea
el mínimo, vital y móvil.
Me hablaron de sentir vergüenza por ver a sus compañeros (y
ex compañeros) marchando y no estar junto a ellos, de que siguen pagándose las
municiones, las identificaciones y la vestimenta; que por supuesto es más que
los $1200 anuales.
Para entonces estaba atragantado de la bronca, me despedí
con el mayor de los respetos y agradeciéndoles que estén cuidando las calles
del centro salteño y me fui con el compromiso de contar la charla.
En las últimas cuadras de regreso recordé los datos
compartidos por colegas y emanados de la jerarquía policial: 300 acuartelados
en el Centro Policial, cesanteados y jubilados de la fuerza marchando e
instigando a los negocios céntricos a cerrar las persianas, familiares de
efectivos de la fuerza sumados a las marchas, la promesa de despedir a quienes
adhieran a la protesta, la garantía de seguridad por parte del jefe de policía.
El servicio de transporte público funciona, las
universidades dictaron asueto y la mayoría de los negocios céntricos optaron
por pegar cartones en las vidrieras, otros utilizaron durlock o tablas, cerrar
las persianas y algunos comerciantes se apostaron en la puerta de sus locales
armados con palos y otras cosas para defenderse.
La paranoia gano, al menos por ahora.