Que el kichnerismo ganó ya no quedan dudas; más allá de los
matices con los que se puedan medir; la
intención de Néstor y Cristina era aplicar los principios sociales del
peronismo. La victoria tomo una magnitud tal, que hoy todos son kichneristas;
existen ahora hasta la rama anti que incluyeron en su discurso la
reivindicación de esas banderas que se consolidaron en derechos durante los
últimos años. Y he aquí mi pregunta,
¿tiene el electorado la pericia de distinguir entre la manifestación de una
convicción y la actuación de una pose?. En concreto tenemos en la ciudad de
Salta para elegir entre dos macristas, un confeso massista, un trosko y un
candidato del PV; el resto de los candidatos tienen que prenderle velas a Santa
Evita y San Perón para ver si superan las pasos. Lo extraño que en los dos
frentes más destacados encontramos, en cada uno - y perdón por la insistencia-
a un macrista. Los candidatos del desoidor de los llamados a testimoniar y
senador nacional Romero son Guillermo Durand Cornejo, quien en su momento
aseguro y recontra aseguro que no sería candidato a intendente e incluso dicen
las malas lenguas a disgusto acepto la candidatura. Guillo se encontró en un
dilema mientras su jefe a nivel nacional respaldaba al auténtico pero endeble
candidato a gobernador que tenía el PRO es Salta. Por otra parte esta Gustavo
Saenz, quien habría denunciado presiones e "invitaciones" a abandonar
su candidatura a intendente a pesar de que Massa, quien considera a Romero su
candidato en Salta, le había demostrado apoyo.
En lo que respecta al frente del oficialismo provincial
Macri también tiene un alfil, que tranquilamente podría considerarse de Romero,
Javier David quien fuera ministro de hacienda durante la última gestión del
romerismo e innumerable veces candidato de esa corriente de intereses a
distintos cargos electivos; hoy es el elegido por Urtubey para representar al
PJ en la candidatura a intendente.
Durante el 2013 se dio en Salta un fenómeno que se charló en
todo el país, el avance de los troskos. Aquel año el Partido obrero arrasó en
las elecciones capitalinas al punto tal de arrebatarle la senaduría provincial
al PJ, entonces representada por Saenz; en aquella oportunidad el voto popular
determino que el Partido Obrero fuese la primera minoría en el Concejo Deliberante,
distinción que tuvieron a bien dilapidar asumiendo con un discurso donde
calificaban de "coalición oficialista" a todos los concejales
consagrados por otras fuerzas partidarias.
Por último destaco la figura de José Vilariño, diputado
nacional desde el 2003 y candidato díscolo dentro del frente oficialista ya que
no cuenta con la bendición de la cúpula pejotistas por provenir de, si se me
permite, el kichnerismo de más alta ley que podemos hallar en la provincia de
Salta. El problema, al que se enfrenta el Partido de la Victoria por estos
lares, es la cantidad de veces que por aquel precepto peruca de la organicidad
se olvidaron del principio fundacional del kichnerismo la irreverencia.
El mensaje que envió la militancia e incluso algunos
opositores adhirieron - claro que solamente de palabrita - fue "El
candidato es el proyecto", se quién en mi consideración es el
representante del proyecto para la ciudad de Salta y si por ahí le cabe alguna
duda lo invito a relfexionar siguiendo un precepto milenario como premisa de
observación "por sus obras los conoceréis".