Disfruto de unas buenas vacaciones y aún más largas de postear pero me movilizo verdaderamente los hechos recientes. La cobertura e insistencia con que se difundió un apellido que tomo envión mediático en estos días por una denuncia, que vaya a saber la señora del velo y la balanza si existen o no pruebas; y con otra causa que tiene varios años de trabajo minucioso y avance lentos, nada de que extrañarse dada la envergadura y las actuaciones extra nacionales.
Más allá de los nuevos procedimientos aplicados y por aplicarse el sistema judicial tiene un protocolo para el relevamiento y presentación de pruebas, cuando se violan los procedimientos se viola le ley. No me imagino ni por aproximación (y el universo me exima de esa experiencia) como debe sentirse tirar una carrera profesional a la marchanta mediática.
Desafortunadamente, así como se consagro la Ley de Medios la mirada de la sociedad quedo prendada a las pantallas y muchos empezaron a vivir según las pulgadas y el hd. En estos dos días vi a standapistas, propagandistas, funcionarios públicos (oficialistas y opositores) desfilar por los medios; ya se imaginaran quienes explicando cómo funciona el estado y otros incitado a la destrucción del mismo.
Habrá quienes querrán desangrar el cadáver hasta convertir su sangre en un elixir revitalizador del odio e intentaran, como en muchas otras ocasiones, capitalizar la impotencia ante la muerte como bronca contra la república. Ante la congoja, quienes le prodigaban verdadero cariño encontraran lagrimas que se secaran.